Cuando subías al pueblo de Susín por sendero o por pista, sabías que casi seguro allí estaría la figura y la persona de Angelines en presencia física o en alma apareciendo por sus callejuelas o invitándote y abriendo la puerta de Casa Mallau y de sus calles y su historia. Cuando llegabas a Susín, las primeras piedras y paredes te recordaban que allí había un sueño de por medio. Sus calles, sus casas, sus bordas, su ermita, la ferrería, su bella e incomparable iglesia, su lavadero, sus campos, sus eras, su silueta majestuosa al atardecer, su silencio casi mágico, su vista indescriptible del valle, su anochecer y su amanecer incomparables. Todo era diferente y Angelines lo sabía y luchaba por ello. Era su "Susín". Una lucha incansable, heróica casi diría yo, de esas que cuando te ibas del pueblo pensabas en el para qué tanto esfuerzo y tanta dedicación, aunque al hablar con Angelines lo comprendías y te emocionaba. Angelines y Susín, dos palabras, dos sentimientos, dos conceptos que deben siempre estar en nuestro recuerdo, en esas historias del corazón que perduran generación tras generación y que siempre nos muestran el sueño de una vida, la historia de un pueblo, el vivir y la razón de las buenas personas, de la gente que ama algo con todo su corazón. Angelines Villacampa, alma y memoria de Susín. Como alguien ha dicho: "Nunca abandonarás Susín",... tú eras Susín. (Foto. M. Lorenzo)
Porque se nos iria, DESCANSE EN PAZ
ResponderEliminarRepose en paix Maman Angelines. Que la terre te soit légère et le Paradis ta dernier demeure. Delta Force Haiti.
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