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martes, marzo 29

EL AJEDREZ. Carta de un estudiante.

Esta carta de opinión está redactada por un alumno de Secundaria que ha visto en el Ajedrez una herramienta, una actividad y un juego que todos deberíamos ver. Para leer y reflexionar.

LA EDUCACIÓN DEL AJEDREZ
Lo raro es que no sea el ajedrez un “juego de masas”. Como el futbol o el baloncesto. Pero, en cierto modo, el ajedrez consigue el efecto contrario a estos deportes. ¿Por qué? Que yo sepa no hay hinchas esperando a la salida de un campeonato para darle una paliza al contrario, extremistas. Ni gente que gane una cantidad desmesurada de dinero. Y, ni de asomo, la manera ética  de jugarlo.
El ajedrez es un juego, digamos, noble y respetuoso. Hay leyes no escritas que dictan, por ejemplo, darse la mano al empezar y al terminar (hayas ganado o perdido). Una actuación noble. Como también hay leyes de la exaltación de sentimiento. No sería respetuoso reírse del contrario por una mala jugada a tu favor, o porque tu rival no tenga los mismos conocimientos que posees. 
Personalmente no juego bien, no me considero buen jugador del ajedrez. Pero he conocido a gente que tiene una mente tan asombrosa que nunca habría podido imaginar que tenga ese ingenio. Esta persona, sea como sea la forma de comportarse fuera de los terrenos blancos y negros, es considerado y atento con su adversario. El ajedrez es una forma de educar en lo correcto. Los estudiantes no se miden por las notas o por las calificaciones de los exámenes, y eso se demuestra en muchos casos que también conozco. Muchos dicen que el ajedrez es para intelectuales. Pero desde mi punto de vista, la palabra intelectual (o listo) es abstracta, y tiene muchos significados y sentidos. Uno puede no sacar buenas calificaciones en sus estudios, y ser un “máquina” en el ajedrez −pero, claro, luego están los que triunfan en los dos aspectos−. Todo se resume en una frase: Ir un paso por delante, ser un estratega.
El ajedrez no es una virtud que puedas desarrollarla en cualquier lado. Y qué mejor sitio que en la escuela, en el sitio donde se aprenden las cosas esenciales y no básicas de la vida. El pasado día veintidós de marzo (que todos recordaremos por la trágica mañana de los atentados de Bruselas) se celebró una competición de ajedrez en el instituto Ramón y Cajal de Zaragoza, donde se educó este premio nobel (ajedrecista aficionado también) que pone nombre al centro de educación. La organización, liderada por Alberto Martínez Cebolla, reunió a institutos de la capital y de otras ciudades como Calatayud y Huesca, que hicieron el esfuerzo de trasladarse para jugar al ajedrez, además de la destacada participación de la campeona de Aragón en ajedrez sub 12 el año pasado. Todos los componentes de los equipos demostraron lo que he defendido antes, la cortesía en el juego, puesto que es lo primero que se aprende de este deporte, y es lo primero que reflejas. Un silencio absoluto, entorpecido por el sonido de cantidad de relojes en descompás, se apoderaba del gimnasio (mental) al empezar y en el desarrollo de las rondas. Los participantes, de entre doce y dieciocho años, demostraron que da igual perder y ganar. Lo importante es pasar un día de desarrollo intelectual, buena conducta y deportividad, tema que la organización tiene que agradecer. Los árbitros que se designaron apenas tuvieron que actuar. Jugadas limpias, algunas que los propios adversarios resolvieron conjuntamente. Un torneo muy simple y, por qué no, sutil. De todas las situaciones que podían salir mal, ninguna salió. 
En nuestro caso, fue la primera vez que organizamos un torneo de ajedrez. Creo que todos los alumnos que nos involucramos nos esforzamos todo lo que pudimos y más.  ¿Por qué? Por el ajedrez y todos los valores que enseña en su desarrollo y práctica. Por la educación e incremento de jugadores que den una nueva figura a la que admirar y seguir. Una figura que desarrolle su conocimiento.

Miguel Diez
4º ESO
IES Ramón y Cajal de Zaragoza

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